miércoles, 9 de julio de 2008

¿Por qué hay personas inteligentes que hacen estupideces?

La estupidez inteligente puede atacarle a cualquiera y en cualquier parte. Las erupciones de in­teligencia autodestructiva abarcan una amplia gama, desde las situaciones embarazo­sas hasta los desastres.
El libro “¿Por qué hay personas inteligentes que cometen estupideces?”, de Mortimer Feinberg y John J. Tarrant, incluye algunas. Tomamos dos.
Un veterano ejecutivo de cuenta arruina una gran promoción al insistir en obtener un privilegio que no necesita ni siquiera desea. AI recibir un nombramiento que puede promover o arruinar su carre­ra, una analista financiera selecciona a los integrantes de un equipo, pero deja fuera a personas talentosas que podrían ayudarla, formando un equipo ineficiente que le hace fracasar.
El libro añade que esas personas tenían algo en común. Eran demasiado inteligentes como para haber cometido la estupidez que tanto daño les causó. De todos modos la hicieron, como también hi­cieron las suyas Douglas Mc Arthur, Richard Nixon, Margaret Thatcher, John Scully y otros muchos individuos competentes que, en situacio­nes críticas, dejaron de lado el sentido co­mún y actuaron como tontos, con lo cual se infligieron graves daños a ellos mismos.
Se dan a conocer, a renglón seguido, los cuatro pilares de la estupidez, que según el libro son la soberbia, la arrogancia, el narcisismo y el deseo inconsciente de fracasar. Los autores dan numerosos ejem­plos de gente inteligente que, por sober­bia, arrogancia, narcisismo y deseo in­consciente de fracasar ha cometido enor­mes estupideces.
Tomemos uno solo de los cuatro pila­res sobre los que suele descansar la personalidad de muchos de quienes los norteamericanos llaman hacedores de decisio­nes.
El libro dice: "La soberbia que con­duce a una arrogancia excesiva puede llevar a un individuo a cometer actos dis­paratados y destructivos. La arrogancia puede acabar con una ca­rrera”.
Gordon J. Curphy, de Personnel Decisions Inc. de Minneapolis, dice que muchos gerentes trabajadores, brillantes, ambiciosos y técnicamente competentes, fracasan porque son vistos como arrogantes, vengativos, poco confiables, egoístas, compulsivos, dominantes, insensibles, distantes, de­masiado ambiciosos e incapaces de dele­gar. Por tanto, aun­que el soberbio evite el repentino desastre, puede estar acumulando gradualmente una reputa­ción de arrogancia que al final le lleve a la ruina.
Para Feinberg y Tarrant es justificable que uno esté orgulloso de sus logros. Pe­ro el orgullo tiende a la soberbia y és­ta lo lanza a uno a los confines de las fantasías peligrosas. La soberbia es la compañera oscura de la brillantez personal.
Cuando las personas no tienen mucho de que enorgullecerse, ob­serva Stanislas Lazaras (estudioso del estrés y la emoción), tienden a identificar­se con un grupo famoso, ya sea religioso (una secta, por ejemplo), deportivo, étnico o nacional.
A veces se produce una mezcla de ingenuidad y arrogancia que en principio parecería imposible, pues una y otra son tan incompatibles como el agua y el aceite. Pero se da. Y equivale a un cóctel Molotov que a veces le estalla a uno en las manos. Lo malo es que el estallido suele alcanzar a muchos que, sin comerlo ni beberlo, pagan los vidrios rotos.
Hay casos de profesionales con una prolongada trayectoria que un día aciago, pese a su experiencia en administración de grupos y relaciones humanas y públicas, recomiendan a su empresa a un "bright boy", o muchacho brillante que luego resulta ser un vivillo bueno para nada.
Otras personas que ocupan cargos importantes se ene­mistan con sus homólogos y subordinados por tomar decisiones poco meditadas en virtud de las cuales sus émulos y em­pleados resultan decepcionados, cuando no dañados. La influencia de ciertos... "consejeros" puede ser nefasta en muchas ocasiones. Porque a estos picaros, por lo general, sólo les interesa hacer su negocio a costa de los demás.
Transcribimos al pie de la letra el final de “¿Por qué hay personas inteligentes que hacen estupideces?”: "En ciertas oportunidades las personas inteligentes cometen estupideces porque son traicio­nadas por su intelecto. Sea bondadoso con su inteligencia. Manténgala en forma y podrá confiar en ella, porque hará lo que usted necesite sin tenderle ninguna trampa. Cuando lo logre, ¡encontrará que ser in­teligente no tiene ninguna desventaja!".

(1) Ediciones Granica. Buenos Aires, Barcelona, México. Edición origi­nal: Fireside of Simon and Schuster Inc. Tra­ductora: Adriana Oklander. 302 páginas.
© José Luis Alvarez Fermosel


2 comentarios:

aumax dijo...

Caballero, coincido. A esos motores que funcionan como autodestrucción y también hacia los que están alrededor, también podría agregarse esa displicencia de como quien dice "dormirse en los laureles". Conozco varios casos en que no entiendo como puede desperdiciarse el talento, y pasa un poco por ese lado. Hay gente que no escucha ni atiende sugerencias, ni continúa trabajando con el mismo fervor como cuando formó algún tipo de empresa…y es verdad, no solo se perjudica (aunque tal vez poco le interese por confiar en su inteligencia) sino que perjudica a quienes dependen de él.

Anónimo dijo...

Estoy completamente de acuerdo contigo, Damián.